Así funciona (y no) la memoria
Memoria de elefanteEl dicho se gestó cuando se creía que esta capacidad venía determinada por el tamaño. No es así, pero se ha descubierto que estos paquidermos pueden quedarse con la cara de sus amigos hasta la vejez.
Nuevas neuronas
Su formación en el hipocampo hace posible la creación de nuevos recuerdos. Se introducen en los circuitos que ya conectan otras neuronas previamente existentes y establecen uniones (sinapsis) con ellas. Sin embargo, muchas de las que se crean perecen sin conseguirlo.
11/09
Tres días después del atentado a las Torres Gemelas, un estudio interrogó a 3.000 estadounidenses sobre el mismo y las emociones que les había provocado. Once meses más tarde solo coincidían en el 60% de las respuestas. A los 35 meses, en el 50%.
Benditos sueños
Dormir bien es indispensable para que algo que se ha registrado pase a la memoria a largo plazo. Si, además, escuchamos durante el sueño sonidos asociados con los contenidos aprendidos, el proceso resultará mucho más eficaz, según un estudio de John Rudoy.
Moverse y practicar idiomas
Se ha comprobado con resonancia magnética que podemos aumentar el volumen de las zonas cerebrales que nos ayudan a evocar por la práctica habitual de ejercicio. La mejoría se aprecia con 40 minutos de caminata tres veces por semana en adultos mayores.
De igual modo, de una investigación de Teresa Bajo y Pedro Macizo, de la Universidad de Granada, se desprende que las personas bilingües poseen mejores facultades tanto a la hora de rememorar como de prestar atención.
Ni drogas, ni estrés
La cocaína, el cannabis y el éxtasis pueden proporcionarte un placer momentáneo… que no volverás a recordar. Diversos estudios han confirmado que los efectos persisten en el tiempo, aun después de abandonar el consumo, y se multiplican cuando se combina el uso de las distintas drogas.
Las situaciones de estrés también resultan perturbadoras, tanto para la elaboración de memorias como para su evocación.
El efecto Google
Últimamente se habla del “efecto Google”, por el que empezamos a descuidar la acumulación de conocimientos, confiando en que los encontraremos en internet.
En un estudio con estudiantes de EEUU, estos solo aprendieron los datos que pensaban que no iban a recuperar de su ordenador.
Qué tiempos aquellos...
La asociación de la nostalgia con la tristeza reside en su propio nombre, compuesto con términos del griego clásico: el dolor (àlgos) del regreso (nóstos). Sin embargo, varios estudios realizados en el Grupo de Investigación de la Nostalgia de la Universidad de Southampton (Reino Unido) han venido a reivindicar su papel en nuestra vida. En primer lugar, han descubierto que nos dejamos seducir por ella con más asiduidad de la que confesamos: el 70% de los estudiantes consultados en una investigación declaraban sumirse en ella al menos una vez por semana, mientras un 16% sucumbía a la llamada del pasado a diario.
Tim Windschut, director del citado grupo, averiguó además que esta emoción nos aporta importantes beneficios: suele surgir en situaciones de soledad o desánimo, y nos levanta la moral. Para lograrlo, el cerebro “elige” recuerdos que sitúan al individuo nostálgico en el papel protagonista y desarrollan historias que a menudo empiezan mal y terminan bien, con la participación estelar de personas con alguna implicación emocional con el intérprete principal. Como consecuencia, se refuerza la confianza en que las cosas mejoran y nos sentimos más integrados socialmente. Este proceso también se constató con estudiantes de la Universidad Sun Yat-sen (China).
Aprendizaje escolar
La mejor forma de adquirir conocimientos es relacionarlos con un contexto ya conocido. La pura repetición podría dejarse en todo caso para datos arbitrarios, como los nombres de ríos o montañas.
Un sonido inolvidable
Lo único que reconoce de sus 68 años de vida es a su hermano. Todo lo demás se derrumbó en 2005 ante una encefalitis causada por un herpes. Sin embargo, el paciente P.M. del Hospital Charité de Berlín (Alemania) sigue siendo capaz de arrancar a su violonchelo las melodías que llenaron su existencia como músico profesional. Tras comprobar con resonancia magnética que la enfermedad había dañado parte de su lóbulo temporal medial, el equipo del doctor Carsten Finke diseñó un test para explorar al paciente. A pesar de no poder nombrar ningún hecho histórico, dato geográfico, violonchelista famoso o compositor, P. M. podía distinguir variaciones melódicas y de tempo en la música. También recordar melodías e identificar algunas posteriores a 2005 días después de que se las hubieran enseñado. Finke considera que “la memoria musical parece alojarse -al menos en parte- independientemente de otros tipos de memoria”.
El neurólogo Oliver Sacks ha explicado el caso similar del organista y director Clive Wearing alegando que la música se aprende como un procedimiento, que queda fijado con conexiones más sólidas.
¿A cuál habías visto antes?
Una respuesta errónea a esta pregunta condenó a más de 206 inocentes en Estados Unidos. Sus casos han sido “remediados” a posteriori con análisis de ADN promovidos por la asociación The Innocent Project. La identificación falsa no tiene por qué ser intencionada: la fragilidad de los recuerdos de testigos y víctimas ha sido probada en numerosos estudios.
¿Podremos prevenir?
El síndrome de estrés postraumático tiene tratamiento psicoterapéutico.Sin embargo, se ha sugerido que la inutilización temporal de estructuras implicadas en la formación de recuerdos podría aplicarse a, por ejemplo, soldados antes de enviarlos a la guerra. Si se consiguiera, no llegarían ni siquiera a crear esos recuerdos aterradores.
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