Podrán parecer organismos simples, pero algunos microbios son capaces de absorber energía de fuentes extremas como el azufre, el ácido fórmico o los minerales. Sin duda, la dieta más extraña pertenece a Rhodopseudomonas palustris, una bacteria que se alimenta de la luz del sol y la electricidad.
Un grupo de investigadores liderado por Peter Girguis, de la Universidad de Harvard, encontraron que esta bacteria, comúnmente encontrada en el suelo y el agua, se sirve de la conductividad natural para atraer los electrones de los minerales localizados en la profundidad de la tierra mientras permanece en la superficie, donde puede absorber la luz del sol que necesita para producir energía.
Esta inusual estrategia se llama transferencia de electrones extracelelular (EET, por sus siglas en inglés) y se debe en, gran parte, a un gen específico (el cual se activa con los rayos del sol). Al suprimirlo, los científicos observaron que su captación de electrones disminuía en un 66%.
En su entorno natural, los microbios dependen del hierro para proporcionar los electrones que necesitan para generar energía, pero pruebas en el laboratorio demostraron que no es crucial para el procedimiento. Al exponer a una colonia de R. palustris a un electrodo, los científicos aprendieron que podían tomar electrones de un fuente no ferrosa, como otros metales y compuestos de azufre.
Los resultados del estudio, publicado en Nature Communications, podrían dar paso a aplicaciones prácticas. Algunos sugieren que las bacterias podrían servir para la creación de una batería funcional, pero Girguis se inclina más hacia la industria farmacéutica. Debremos esperar para saber si en un futuro brindarán un producto interesante.
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