Las energías renovables están dando cada vez paso más firme y definido dentro de la sociedad.
La necesidad de encontrar energías limpias que vayan sustituyendo a los combustibles fósiles es prioritaria, tanto porque estos recursos no son infinitos, como para no acabar con el planeta en el que vivimos; mediante el uso de “tecnologías verdes”. Existen muchas iniciativas dedicadas a la explotación de energías limpias y, de hecho, su crecimiento está siendo exponencial en países como Asia o China, al mismo tiempo que Europa o EEUU también apuestan fuerte por ellas.
Buen ejemplo de ellos son las iniciativas enfocadas en aprovechar el movimiento humano para convertirlo en energía. Sin ir más lejos, el laboratorio de Bioingeniería de Auckland (Nueva Zelanda) diseñó una una serie de finísimos generadores eléctricos que podían aprovechar la energía del movimiento (como la que realizamos al correr o caminar), para cargar dispositivos como el celular.
Ahora, un nuevo estudio llevado por investigadores chinos del Instituto de Nanoenergía y Nanosistemas de Pekín, liderados por Zhong Lin Wang, y publicado en la revista Nature Communications, presenta un innovador generador de pequeño tamaño que convierte el movimiento en electricidad gracias a la fricción.
Lo interesante y particular de este invento es que es capaz de convertir no solo un pequeño movimiento del cuerpo en energía eléctrica, sino también una brisa suave, ondas de sonido, vibraciones naturales, las olas o una corriente de agua de un grifo; cualquier movimiento ambiental es susceptible de convertirse en electricidad gracias al generador triboeléctrico rotatorio. “El efecto triboeléctrico es una electrificación inducida por contacto. Un material se carga eléctricamente después de entrar en contacto con otro material distinto a través de la fricción. Este efecto origina la electrostática cotidiana”, afirma Lin Wang.
El dispositivo consigue una eficiencia del 24% y gracias a su pequeño tamaño y peso, podría ser ubicado en cualquier espacio. El coste de fabricación también es bajo, por lo que lo hacen un buen candidato para convertirse en producto de fabricación masiva.
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