Estos personajes ilustres han pasado a la historia por dos razones: por
sus logros y por morir de la forma más absurda que te puedes imaginar.
1. ESQUILO (por calvo lo confundieron con una roca)
Creador de la tragedia griega y testigo de la grandeza de Atenas,
Esquilo (525-456 a. C.) escribió más de 90 obras. Aunque sólo se
conservan siete, entre ellas, la trilogía de La Orestíada. El desdichado
tuvo un deceso de lo más pintoresco. De acuerdo con la leyenda, y según
la versión de Hermipo de Esmirna, murió cuando un águila dejó caer una
tortuga sobre su cabeza calva. El águila la confundió con la roca que
buscaba para partir su alimento. Al final, el águila no se salió con la
suya, y Esquilo falleció con el cráneo roto despues de tremendo tortugazo.
Marino y estudioso de la naturaleza, Plinio (23-79) fue el autor de
Historia Natural, un libro clave en la ciencia antigua. Fue su afán de
conocer lo que le mató. Sería un hombre muy estudioso, sí, pero muy
listo no era. Si te aproximas a un volcán –el Vesubio, en este caso–,
tienes asma y 56 años, es normal que te dé una crisis cardíaca y mueras.
El relato de la estremecedora erupción que acabó con Pompeya y
Herculano, y la muerte de Plinio, nos ha llegado gracias a su sobrino,
Plinio el Joven, quien, más listo, optó por huir de la explosión.
3. PAPA ADRIAN IV (por andar comiendo moscas)
Según Gregorio Doval, autor del libro Hechos Insólitos, cierto día el
Papa Adriano IV (1115-1159), único pontífice inglés de la Historia,
regresaba a su residencia, tras haber pronunciado un agitado sermón
contra el emperador Federico I, cuando se detuvo ante una fuente pública
para refrescarse. Mientras bebía, una juguetona mosca le entró
accidentalmente por la boca y se le quedó atragantada en la garganta.
Los médicos no pudieron extraerla, y el pontífice murió poco después,
asfixiado.
4. ALLAN PINKERTON (¿No te mordiste la lengua?)
Pinkerton Detective Agency, así se llamaba la agencia nacional de
detectives que fundó en 1850 el estadounidense de origen escocés Allan
Pinkerton. Murió en 1884, cuando, cabalgando, se mordió la lengua y
contrajo gangrena. Pero esto no impidió que perdurara su celebridad. El
logotipo de su agencia, un ojo abierto con el logo We Never Sleep
(nosotros nunca dormimos) se convirtió en el origen de la conocida
expresión inglesa private eye, detective privado. Pinkerton es hoy una
reputada empresa de servicios de seguridad de EEUU.
5. JEAN BAPTISTE LULLY (por enojón)
Este compositor francés de origen italiano, y uno de los introductores
de la ópera en Francia (Matrimonio a la fuerza, El burgués gentilhombre,
Perseo…) no tenía parangón como músico, pero tampoco en ataques de mal
genio. Murió en París, en 1687, por una gangrena a consecuencia de una
herida que se hizo en el pie con su bastón de director de orquesta. Con
este llevaba el compás golpeando fuertemente el suelo. Lo insólito es
que la herida se la hizo por el enfado que le provocaron sus músicos.
6. MAXIMILIANO I (por atragantarse de fruta)
La realeza antes era un poco estrafalaria, y hasta parece que pretendía
llamar la atención muriéndose llamativamente. Cómo se explica, si no,
que el rey germano Maximiliano I (1459-1519) muriese a causa de una
indigestión de melones. La verdad es que el monarca, además de ser un
frugívoro convencido, era un poco raro, y fue enterrado en el ataúd que
desde años antes llevaba siempre consigo.
7. FELIPE EL HERMOSO (de tal palo tal astilla)
No queda ahí la cosa, ya que de su hijo, Felipe el Hermoso, (1478-1506),
marido de Juana la Loca, siempre se ha dicho que murió por culpa de esa
afición suya a beberse un vaso de agua helada después de realizar
ejercicio físico. Parece que, en realidad cayó enfermo con fiebre muy
alta, y murió unos días después. Aunque otras investigaciones más
recientes atribuyen su muerte a la peste.
8. FERNANDO EL CATOLICO (por creerse el macho)
Al
morir Isabel I en 1504, Fernando fue nombrado regente de Castilla. Por
razones de estado, el rey pactó su matrimonio con Germana de Foix,
sobrina del rey de Francia y una princesa, según la gente, “fea,
comelona y gorda”. Visto así, es normal que el rey retrasase sus deberes
conyugales, pero como se necesitaba un heredero para la Corona de
Aragón, se pusieron manos a la obra. Como en el primer intento el niño
murió a las pocas horas de nacer, Don Fernando tomó cantaridina como un
loco, un compuesto químico venenoso que se obtiene de un escarabajo
llamado cantárida, parecido a una mosca y que se creía que era
afrodisíaco. Para otros, lo que le mató fue un buen cocido de testículos
de toro. Sea lo que fuese, se les debió ir la mano con la cantidad,
porque murió poco después, seguramente atiborrado de virilidad.
9. ALEJANDRO MAGNO (murio de amor)
Las últimas investigaciones dicen que un mosquito le transmitió el
paludismo a Alejandro Magno, (s. III a. C.). Al emperador de Macedonia
ya se le ha matado de mil y una formas: de una borrachera, en una de sus
orgías, de fiebre tifoidea etc. Pero, en realidad se puede decir que lo
mató el amor, ya que las fiebres y la intoxicación etílica fueron
resultado del estado de melancolía en que cayó tras morir su pareja, el
general Hefestión.
10. TYCHO BRAHE (antes que nada los buenos modales)
El maestro de Kepler e inventor de Uraniborg –el primer Instituto de
Investigación Astronómica– debió tener un poco más de descaro el 13 de
octubre de 1601. En un viaje a Praga, acudió a cenar en casa del barón
de Rosenberg, y por educación y respeto, digamos que retuvo sus aguas
más allá de lo aguantable. Siguió bebiendo, y sintió que la tensión de
su vejiga se incrementaba. Al final, una cistitis derivó en duras
fiebres y en la muerte. ¡Y todo, por no levantarse!
11. ARNOLD BENNET (por hacerse el listo)
En 1931, a Arnold Bennet (1867-1931) le salió la jugada mal. Era
novelista, ensayista y dramaturgo, pero de enfermedades parece que no
sabía mucho. Tratando de demostrar a la “inculta” gente de París que el
agua que bebían no era la causa de la epidemia de tifus que asolaba la
ciudad, bebió públicamente un vaso de aquella agua. Debió de
arrepentirse, porque murió de tifus a los pocos días. Son los riesgos de
querer ir a contracorriente.
12. ANTONI GAUDÍ (por andar de fachoso y con su biblia)
El 7 de junio de 1926, Antoni Gaudí fue arrollado por un tranvía. No es
que nos haga gracia cómo murió, sino lo que sucedió después. Como el
arquitecto no portaba ningún documento, salvo un libro de Evangelios, e
iba vestido de forma sencilla, ingresó en el hospital como un indigente
más. Media Barcelona le buscó por casas de socorro y hospitales. Y es
que las pobres monjitas no sabían que cuidaban al creador de La Sagrada
Familia.
13. PRIMULA SUSAN ROLLO (por andar jugando)
Primula, por si te preguntabas quién era, fue la esposa de David Niven,
actor escocés recordado por sus interpretaciones en La vuelta al mundo
en 80 días y otras muchas películas. El galán Clark Gable ofreció una
fiesta en su casa, y a alguna mente brillante se le ocurrió jugar a la
gallinita ciega. Jugando, jugando, Primula cayó por un hueco de las
escaleras y falleció casi en el acto.
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