Un estudio publicado en la revista PNAS indica que el proceso de doma hizo más inteligentes a los equinos, aunque también tuvieron que pagar un alto precio genético.
El proceso de domesticación equina ha atraído desde siempre a los investigadores. Gracias a ellos podemos saber que el caballo fue domesticado hace 5.500 años y que su origen está en las estepas de lo que hoy es Ucrania, el oeste de Kazajstán y el sureste de Rusia.
Según afirma la investigación mencionada al comienzo, ha habido una selección positiva de genes involucrados en la cognición, su locomoción y como no, también en su fisiología. En contrapartida, los caballos de hoy presentan multitud de mutaciones deletéreas, lo que afecta directamente a su supervivencia. Los investigadores señalan que este podría ser el precio a pagar por la domesticación. También se ha lanzado esta hipótesis con las hortalizas, cereales y otros animales domésticos.
Para ver los cambios genéticos a lo largo de estos años, los investigadores compararon el ADN de caballos salvajes de Taymyr (Rusia) con el de corceles modernos. También han incluido una pequeña muestra de los pocos caballos salvajes que quedan en en la actualidad, los Przewalski.
El estudio ha identificado también un conjunto de genes que, a lo largo de la evolución, han tenido una selección positiva. La mayoría de ellos rigen aspectos que guardan relación con el uso doméstico que le ha dado al caballo nuestra especie y que han afectado a sus articulaciones, su sistema cardíaco y su desarrollo muscular y límbico.
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